Doce Comentarios al libro "Esoterismo Siglo XXI. En Torno a René Guénon", de Federico González
Traemos aquí doce comentarios que hemos realizado a determinados fragmentos de la obra de Federico González "Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon".
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1 No
es propio suponer que hay varios cosmos, como bien se encarga Platón de
explicarlo en el Timeo. La sucesión de mundos o de ciclos de
dimensión o duración indefinida es lo que se entiende conceptualmente por
Cosmos. El ciclo del electrón vivo, el ciclo atómico insertado en el ciclo
molecular, el molecular navegando en el celular, el celular presente en el
ciclo humano, el humano desplazándose en el ciclo de la naturaleza, el de la
naturaleza coexistiendo con el de la Tierra, el de la Tierra en todo
dependiente del ciclo solar, el ciclo solar circunscripto al orden de su centro
galáctico, el centro galáxico determinado por otro centro galáctico y así
sucesivamente, en forma indefinida, es lo que constituye el concepto de Cosmos.
Fuera todo es imposible, puesto que no puede existir algo que sea exterior a
él. Cualquier posibilidad, de cualquier tipo, está excluida, por lo que el
Cosmos es uno solo y la idea de la pluralidad de Cosmos o de distintas
metafísicas, es una pura contradicción a lo que el concepto de Cosmos y Ciencia
Sagrada significan. (F. González).
(Comentario): Todas las posibilidades de manifestación están contenidas en
el Ser Universal, y el Cosmos es la expresión del mismo recreándose cíclica e
indefinidamente puesto que esas posibilidades son verdaderamente inagotables.
Suponer que hay varios cosmos es lo mismo que pensar que existe más de un Ser
Universal, lo cual obviamente no tiene ningún sentido. Dice a este
respecto Federico González en cap. VII de El Simbolismo de la
Rueda: “… más allá
de la visión más lejana, allende todo espacio imaginable, nacen los universos y
se desvanecen indefinidamente. Como barcos ligeros estos universos flotan sobre
el agua pura y sin fondo que forma el cuerpo de Vishnú. De cada poro de este
cuerpo sale un universo a cada instante y estalla. ¿Tendrás la presunción de
contarlos?” (F. Ariza)
2. El Cosmos no es la suma
de sus partes, así como tampoco la Tradición es el conjunto de costumbres,
morales y ortodoxias de un tiempo concreto, ya que su Origen está más allá de
cualquier época o determinación. (F.G).
Ese Origen es supracósmico y el tiempo mítico, atemporal, es
la Memoria del mismo puesto que recordar es conocer, y por tanto la posibilidad
de vivir ese Origen y actualizarlo permanentemente en nosotros. Como nos
recuerda precisamente Ananda K. Coomaraswamy: “El principio de
una cosa no es ni una de sus partes entre las otras ni la totalidad de sus
partes, sino aquello en que todas las partes se reducen a una unidad sin
composición”. (F.A.)
3. Tanto el cosmos, como la cultura, son limitados. Y […] esa limitación es la que marca nuestro condicionamiento. Por otra parte son esas mismas estructuras las que permiten salir de ellas y exactamente para eso es que han sido diseñadas; tal el caso de la Tradición, pues así como el movimiento cósmico es el que nos da la idea de la inmovilidad, así también el límite es el que nos da la idea de lo ilimitado. (F.G).
Exactamente. Del caos de lo indefinido al cosmos, es decir
al orden, señalado por unos límites sin los cuales éste es imposible. Es
entonces cuando puede nacer en nosotros, movidos por el amor a la Sabiduría y
por intermedio de la intuición intelectual-espiritual (pues entre las
posibilidades del individuo no están las de superar sus propios límites), la
idea fecunda de lo ilimitado, de lo que no tiene ni principio ni fin, del
Infinito (En Sof). Otro caos, pero esta vez “más que luminoso”, y
consistente en la liberación de todas las formas y determinaciones, incluida la
del Ser Universal, que es la primera y también la última, como piedra angular
de todo el edificio cósmico. (F.A.).
4. La
Cultura es entonces una ausencia que nada tiene que ver con la información o la
historia, algo que no es la estadística del hecho cultural sino más bien su
negación. Análogo es lo que sucede con la emanación cósmica. No es esta o
aquella parte del cosmos, o su "energía" lo que interesa, sino
comprobar que esta realidad es inexistente como tal, más allá de sus mismos
límites. (FG).
Bella y profunda “definición” de la cultura como ausencia.
Recuerda otra expresión utilizada por Federico: la potencia es más que el acto.
Confundir la cultura con las expresiones “culturales” es lo mismo que confundir
al símbolo con lo simbolizado. Toda cultura hunde sus raíces en el mito (anterior
al tiempo y a la historia), palabra que como sabemos viene de una raíz que
significa silencio y también misterio. Lo que se relata en el mito sagrado, que
posteriormente funda la cultura, es más bien lo inexpresable, lo que sólo puede
ser oído en lo más interno del corazón. ¿Era culto el ser humano en el estado
primordial? ¿Todo esto no tendrá que ver con la "docta ignorancia" de
que hablan Sócrates y Nicolás de Cusa? (F.A.).
5. La piedra que corona la obra constructiva […] es también el origen y la salida del cosmos, aquello que establece un contacto con "otros mundos", es decir con otras relaciones espacio-temporales, que como todas las cosas, sólo se perciben en la interioridad de la conciencia. (F.G).
La piedra angular es verdaderamente lo “excepcional” de la
obra arquitectónica, cósmica y humana. En cierto modo es una Idea que si la
intuimos es también por el vacío que deja su ausencia en el alma. Tal vez sea
por eso que una de sus denominaciones sea la de “lapis exillis”, la piedra
exiliada, caída del cielo. Es lo que más anhela conocer el ser humano, aún sin
saberlo. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al
Padre sino por mí”. (Juan 14-6). (F.A.).
6. Lo que es verdaderamente importante en el exoterismo católico es la revivificación de la vida, pasión y muerte de Cristo en toda su magnificencia simbólica y trascendente y la lectura de los textos evangélicos, incluidos los "apócrifos" y el resto del Nuevo Testamento y los del Antiguo Testamento a los que estos se refieren e incluso en los que se basan, plenos de significado esotérico y que nada tienen que ver necesariamente con la lectura que de ellos hace la autoridad eclesiástica y el clero en general en estos días; lo cual no obsta para que este exoterismo religioso sea válido para la gran multitud de los que no pueden, por sus propias características intelectuales y anímicas comprender los grandes misterios de la cosmogonía, la ontología y la metafísica, y estos exoterismos son completamente válidos en la medida en que de alguna manera establecen un orden en el devenir constante del tiempo y en las pasiones y en los comportamientos de los hombres, a la par que abren posibilidades de nuevas perspectivas de Conocimiento cuando lo literal, lo sentimental, piadoso y lo propiamente "religioso" y autocompasivo puede ser superado. (F.G).
Es el esoterismo, es decir el Espíritu contenido en la
letra, el que revivifica permanentemente el exoterismo religioso. Estos días se
ha estado meditando en la piedra angular, del Polo, la Tradición Primordial…
expresiones todas ellas que de hecho sirven para simbolizar también al Maestro
Jesús, y su Enseñanza, que desde luego tiene una lectura metafísica
incuestionable, presente en todos los Evangelios. De lo contrario no se
entenderían los numerosos hombres y mujeres de Iglesia, y católicos de base,
que han sido verdaderos esoteristas y hermetistas, todos los cuales han
recreado para su tiempo el Evangelio Eterno. El mismo Jesús dejó dicho a Pedro
(el exoterismo) que Juan (el esoterismo, la Iglesia interior) permanecería
hasta su segunda venida:
“Viéndole Pedro
dice a Jesús: ‘Señor, y éste, ¿qué?’ Jesús le respondió: ‘Si quiero que se
quede hasta que yo vuelva, ¿qué te importa? Tú, sígueme” (Juan 21, 20-23).
“Nosotros somos la
Iglesia” (En el Vientre de la Ballena, de Federico González). (F.A.).
7. El
Hombre Verdadero, habitante del Jardín del Paraíso, ¿tiene alguna necesidad de
funciones religiosas? Y conste que sólo hablamos de los Misterios Menores. La
verdad por sí misma no tiene por qué ser "consoladora", afirma
Guénon, y nosotros nos preguntamos: ¿es necesario el consuelo para la
sabiduría? (F.G).
Solo la entrega a la Sabiduría es necesaria para quienes
aspiramos a recibir la pureza de su Luz en medio de las tinieblas de este fin
de ciclo. Todos los “consuelos” y “bálsamos” se resuelven en esa entrega, una
forma activa del amor al Conocimiento, un ímpetu del alma que busca salir del
"laberinto de sus dudas" y unirse definitivamente al
Espíritu.Federico recoge en El Simbolismo de la Rueda estas
palabras del libro de la Sabiduría: “Pues hay en ella
un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, perspicaz,
inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, incoercible, bienhechor,
amigo del hombre, firme, seguro, que todo lo puede, todo lo observa, penetra
todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles. Porque a
todo movimiento supera en movilidad la Sabiduría, todo lo atraviesa y penetra
en virtud de su pureza. Es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de
la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un
reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una
imagen de su bondad. Aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma,
renueva el universo; en todas las edades, entrando en las almas santas, forma
en ellas amigos de Dios y profetas, porque Dios no ama sino a quien vive con la
Sabiduría. Es ella, en efecto, más bella que el sol, supera todas las
constelaciones; comparada con la luz, sale vencedora, porque a la luz sucede la
noche, pero contra la Sabiduría no prevalece la maldad”. (F.A.).
8. Algunos
creemos que el gran rito exotérico de Guénon es haber producido su obra,
escrita y personal, reflejo de su pensamiento debido a la concentración
interior, es decir el de una vida plenamente consagrada a todo ello. (F.G).
Guénon es el más grande revolucionario del siglo XX, pues su
obra devolvió a Occidente nada menos que la memoria de la Ciencia Sagrada, es
decir la persistencia en el tiempo de la Tradición Primordial. Difundió la luz
del Intelecto y reunió lo disperso, o sea un constructor del Arca que
atravesará el fin de ciclo, hacia los “mares de un mundo
simultáneo”. Señala Federico en su artículo “Guénon en el corazón”: “Para quienes
Guénon ha sido un guía intelectual que los ha introducido en el mundo del
Conocimiento, su obra y la figura que la produjo son verdaderamente
providenciales. El encuentro con Guénon les ha permitido evadir la senda oscura
-tal cual Dante relata en el comienzo de la Divina Comedia- y vincularse
a una luz duradera en el recorrido de su destino y por lo tanto el
agradecimiento subsecuente es de rigor entre aquéllos que han vivido la
experiencia de su pensamiento”.
También dice Federico en su Diccionario de Símbolos
y Temas Misteriosos:
"que a
medida que pasa el tiempo su figura se agiganta pese a las críticas y
calumnias que se han levantado contra él desde que vivía. Encarnación del
misterio, se ha discutido entre sus lectores cómo en su tiempo –que es el
nuestro– puede haber surgido un sabio y un maestro de su talla. De lectura
difícil, por la índole del pensamiento metafísico de su obra. De él
se puede decir que": "vino a los
suyos y éstos no lo recibieron". (F.A.).
9. La
necesidad de saber, el rito del estudio y lectura de los libros sagrados, la
concentración que promueven, la meditación que despiertan, es decir, lo que
está más allá de su contenido lineal, es lo que constituye el esoterismo de lo
que esos textos expresan. (F.G).
La necesidad de saber es el motor que nos impele a la
búsqueda del Conocimiento. De ahí en más mucha receptividad y disposición
íntima del alma a aceptar la enseñanza que se le va revelando a través de los
símbolos y de sus propias intuiciones, semejantes a las que tiene aquel amante
de la Torah (la Sabiduría) que aparece en el Zohar, el cual la ronda día y
noche, y que al sentirse correspondido siente como todo su ser se conmueve y no
necesita ya de otra cosa que dedicar la vida entera a la contemplación de su
rostro, que todo lo abarca. (F.A.).
10. Se debe considerar a este Fin de Ciclo, y a la Historia (tiempo) como moldeada constantemente por el Demiurgo que produce la permanente Obra de Arte, el diseño creacional. El fin de la Historia, es pues, quién lo duda, el fin del tiempo y la muerte de este Demiurgo. (F.G).
10. Se debe considerar a este Fin de Ciclo, y a la Historia (tiempo) como moldeada constantemente por el Demiurgo que produce la permanente Obra de Arte, el diseño creacional. El fin de la Historia, es pues, quién lo duda, el fin del tiempo y la muerte de este Demiurgo. (F.G).
En la Tradición hindú se habla de que cada Manvantara, o
ciclo de la humanidad, está regido por un Manu diferente al anterior, y que
todos ellos son emanaciones de un Manu Primordial, el Adi-Manu. Podemos
establecer una analogía con el Nous-Dios (o Gran Arquitecto del Universo) y el
segundo dios nacido de él, el Dios cósmico o Demiurgo, el Artesano que genera
la Obra de Arte creacional, el cual también desaparece con ella absorbido en su
Principio, hasta que de nuevo éste haga un espacio en sí mismo para dar lugar a
otro Demiurgo como generador de un tiempo henchido de nuevas posibilidades
creacionales. Este hecho universal constituye el arquetipo de todo proceso
iniciático, pues si bien el hombre es hijo de este Dios cósmico, su
inteligencia procede directamente del Intelecto Divino, del Nous- Padre, según
leemos en el Corpus Hermeticum. Por ese vínculo con lo más Alto es que el alma
puede liberarse de los renacimientos sin fin y devenir inmortal.
“El tercer
viviente es el hombre, que ha sido hecho a imagen del cosmos, y
que, a diferencia de los otros animales terrestres, posee el Intelecto según la
voluntad del Padre; y no sólo está unido al segundo dios por un lazo de
simpatía, sino que además toma su inteligencia del primer Dios. A aquél, en
efecto, lo percibe mediante la sensación como cuerpo, a éste lo aprehende por
la Inteligencia como No Corporal e Inteligente, el Bien.” (Extraído
de Hermetismo y Masonería -Poimandres VIII, 5-, de
Federico González). (F.A.).
11. La Tradición, es decir el Arquetipo en acción, es idéntica a la actualización permanente del ser –que jamás ha salido de sí– y su reabsorción en el Sí Mismo cuando esa Tradición se acaba y cesa de girar el movimiento de la Rueda. Este instante de detención, análogo al solsticio en el año, y por lo mismo de simultaneidad, es la coyuntura por la cual el tiempo se hace Eternidad, lo cósmico es un soporte de lo supracósmico, y se realizan otros estados del Ser Universal, y donde una vez que este tiempo es absorbido por el espacio, da lugar a un nuevo mundo, a una nueva humanidad, fabricados por un nuevo Demiurgo, por su perpetua readecuación a las leyes de los ciclos. (F.G.).
11. La Tradición, es decir el Arquetipo en acción, es idéntica a la actualización permanente del ser –que jamás ha salido de sí– y su reabsorción en el Sí Mismo cuando esa Tradición se acaba y cesa de girar el movimiento de la Rueda. Este instante de detención, análogo al solsticio en el año, y por lo mismo de simultaneidad, es la coyuntura por la cual el tiempo se hace Eternidad, lo cósmico es un soporte de lo supracósmico, y se realizan otros estados del Ser Universal, y donde una vez que este tiempo es absorbido por el espacio, da lugar a un nuevo mundo, a una nueva humanidad, fabricados por un nuevo Demiurgo, por su perpetua readecuación a las leyes de los ciclos. (F.G.).
Por “su perpetua readecuación a las leyes de los ciclos”,
tal vez deberíamos entender que la obra del nuevo Demiurgo estará en
conformidad con la Voluntad divina, expresada precisamente en esas leyes como
reguladoras de la Armonía cósmica. La Tradición como el Arquetipo en
acción, también expresa la idea de estabilidad en la perpetuidad cíclica,
considerando que esa estabilidad es un reflejo del Polo metafísico, en el que
evidentemente el tiempo, junto con el Demiurgo, será absorbido cuando al final
de ese ciclo cese “el movimiento de la Rueda”. (F.A.).
12. El misterio de todo esto que para algunos es la culminación y el sentido de su vida, a otros no debe quitarles la Esperanza y la auténtica Fe en un mundo futuro, virginal y nuevo, con la frescura de otro amanecer, al que debemos arribar por medio del sacrificio, y aun del sufrimiento que caracteriza a cualquier regeneración, después del cual ya el dolor, la enfermedad, la ignorancia y la muerte han sido de una vez por todas abolidos, contemporáneamente con la entrada al Paraíso de una Nueva Edad de Oro, tanto para nosotros como para nuestros semejantes. (F.G).
12. El misterio de todo esto que para algunos es la culminación y el sentido de su vida, a otros no debe quitarles la Esperanza y la auténtica Fe en un mundo futuro, virginal y nuevo, con la frescura de otro amanecer, al que debemos arribar por medio del sacrificio, y aun del sufrimiento que caracteriza a cualquier regeneración, después del cual ya el dolor, la enfermedad, la ignorancia y la muerte han sido de una vez por todas abolidos, contemporáneamente con la entrada al Paraíso de una Nueva Edad de Oro, tanto para nosotros como para nuestros semejantes. (F.G).
Entre los antiguos aztecas el “quinto sol” (otra era de la
humanidad) nace del cuerpo desgarrado de Xolotl, gemelo de Quetzalcóatl, es
decir que el “nuevo mundo” regenerado no surge sin el sacrificio del Dios
cósmico, cuya entrega es el arquetipo de la iniciación a lo sagrado. Lo mismo “en
la muerte y en la pasión del maestro Jesús”, como nos recuerda Federico,
quien añade: “Y todo esto es
ahora, perpetuamente ahora. Quien sigue ese curso lo puede alcanzar, se trata
de una llaga llamada éter en el corazón. El adepto necesita sacrificarse tal
cual su Dios se sacrificó en su momento para regenerar el proceso creativo, así
es la exigencia de los dioses”. (Diccionario de Símbolos y Temas
Misteriosos. “Sacrificio”). (F.A.).
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