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Mostrando entradas de agosto, 2018

LA DOCTRINA DE LOS CICLOS CÓSMICOS (I)

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Andreas Cellarius. Harmonia Macrocosmica , 1660 LOS CICLOS CÓSMICOS La doctrina tradicional de los ciclos, o Ciclología, constituye una ciencia conocida desde la más remota antigüedad, y de la que hoy en día apenas nada se sabe, aunque esto no signifique que haya dejado de existir el objeto al que ella se refiere, que no es otro que el tiempo y los períodos de su manifestación, aquellos que determinan verdaderamente el proceso histórico de las civilizaciones y las culturas humanas en íntima relación con la geografía. Dicho estudio nos ofrece una extraordinaria oportunidad de conocer la estructura viva del cosmos, de su arquitectura sutil, considerada como un mandala o un Todo perfectamente ensamblado cuya forma, nacida de un Centro Arquetípico, es la expresión de las armoniosas proporciones entre sus diferentes partes, o ciclos.  La naturaleza del tiempo es ante todo cíclica, y en modo alguno lineal como hoy en día se la considera habitualmente. En verdad la concepció

EL SIMBOLISMO DE LA HISTORIA. Una Perspectiva Hermética de la Tradición de Occidente

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ÍNDICE Primera Parte  IDEAS GENERALES SOBRE LA METAFÍSICA  DE LA HISTORIA Capítulo I El Simbolismo de la Historia Capítulo II La Idea de la Cultura y su Realización en el Hombre Capítulo III Hermes: "Guía de los Pueblos" Capítulo IV La Providencia y el Destino Capítulo V "Que la Fortuna sigue a la Virtud" Capítulo VI Roma y la Idea del Imperio Segunda Parte EL EJEMPLO HISTÓRICO DE LA  CIVILIZACIÓN  CRISTIANA Capítulo VII La Tradición Cristiana "Difundir la luz y reunir los disperso" Capítulo VIII El Ciclo Sapiencial. El Neoplatonismo Cristiano Capítulo IX El Sacro Imperio y la Construcción de Europa Capítulo X Fin de un Ciclo y Repliegue de las Organizaciones Herméticas Tercera Parte LA FUNCIÓN HISTÓRICA DE DANTE  Y LOS "FIELES DE AMOR" Capítulo XI La Filosofía Política y la Idea de Justicia en Dante Capítulo XII La Influencia Platónica en La

El lenguaje evocador del Símbolo

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La naturaleza evocadora del símbolo, y del lenguaje simbólico, es una forma de la  anamnesis  platónica, o sea de la memoria o del «recuerdo de sí», aquella experiencia que, en el ámbito de la iniciación al Conocimiento, despierta en el hombre esa otra facultad que le hace partícipe de su condición universal: la intuición intelectual. Es esta facultad supraindividual a la que alude Platón constantemente en su obra, y es la que nos permite obtener un conocimiento que no proviene únicamente a través de las impresiones sensoriales, que es lo que enseña por otro lado Aristóteles, que en este caso, como en tantos otros, hace una lectura “exotérica” de las enseñanzas de su maestro Platón. Siguiendo a este último, Frances A. Yates en su obra  El Arte de la Memoria  (cap. II) afirma que ese conocimiento sutil está latente en nuestra memoria y está constituido por: Las formas o moldes de las Ideas, de aquellas realidades que conocía el alma antes de su descenso a este mundo inferior. El co

6 de Agosto, una fecha significativa

El 6 de agosto se celebra la “transfiguración del Señor” sobre el monte Tabor y ante la "presencia" de tres de sus apóstoles: Pedro, Juan y Santiago el Mayor, estos dos últimos llamados Boanergés (“hijos del Trueno”). También ante Moisés y Elías, el que jamás murió, o sea que está perennemente vivo.  Y por una de esas "coincidencias", o tal vez el destino, esta fecha es el día en que cayó la bomba atómica sobre Hiroshima, concretamente el 6 de agosto de 1945. No pretendemos desde luego comparar una cosa y otra. Sin embargo, hay una cierta analogía en el hecho de que en ambos casos se trata de una “transformación” de la naturaleza humana: la primera, la transfiguración del Señor, es la transformación venida de la verdadera “iluminación interior”, la asunción en el seno del Padre, la identificación con la Unidad metafísica, que es el verdadero renacimiento espiritual. La segunda “transformación” es todo lo contrario: es la "destrucción de la forma&qu

El Triple Rostro del Tiempo

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La Utopía es un espacio distinto, un mundo invisible situado en el eterno presente. Por eso debe proyectarse hacia el futuro, como algo a conseguir, o hacia el pasado: una edad feliz, el paraíso terrenal, la Tradición. En este último caso apoyada por razones que van de lo biológico a lo histórico y que la memoria atestigua. El mito del Origen, que es vertical, es decir que existe permanentemente y en simultaneidad, debe ser trasladado al pasado para ser comprendido en la sucesión. Igualmente el deseo y la voluntad de integrarse a él se proyectan en un futuro posible; tal la razón de la Utopía. (Federico González: Las Utopías Renacentistas, cap. IV). El presente “siempre es”. El es “omnipresente” (como el Ser), pero no se le puede asir, o retener, como tampoco puede retenerse el “instante”. Si nos fijamos bien, el presente es en realidad un “no-tiempo” y sin embargo el tiempo fluye perennemente gracias a él. El presente es el origen del tiempo porque “siempre es”. Por eso mismo el

"Desde Tiempo Inmemorial"

El “oficialismo” bajo sus distintos “ropajes”, incluido el “universitario” con el extenso cortejo de “eruditos” adoradores de su ombligo, sigue estando ciego ante esa realidad que es el gran legado cultural, simbólico y mitológico esparcido por todos los lugares de la tierra,  from immemorial time . Por desconocer, desconocen hasta el origen sagrado de su cultura, la de Europa y Occidente. Les causa una enorme contrariedad tener que admitir, por ejemplo, que Platón, el que dio forma a la Filosofía, ya habló de la Atlántida en ese sentido, y de que en Egipto, según le relató Solón en el  Timeo  y otros  Diálogos , sus sacerdotes hablaban de las dinastías divinas procedentes del continente sumergido. En esos orígenes sagrados están las pautas de lo que ha sido nuestra Historia, no la anecdótica sino la que “puede ser contada”, pues es la única importante y la que queda en la memoria del género humano. Bajo el cielo americano los sabios indígenas consignaron en sus textos sapienciales