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Mostrando entradas de mayo, 2024

El Sí Mismo no es distinto de ti

  Atmâ, o el Sí Mismo, no puede conocer porque no hay un “otro” que conocer que no sea Él mismo. Esta es una certeza metafísica que no admite dudas por la sencilla razón de que ha sido resuelta en el vacío, o el silencio, del centro de la rueda de la existencia. El Sí Mismo no comprende ni conoce porque el Intelecto y el Conocimiento están en Él. No puede conocer ni ser otra cosa que no sea Él mismo, puesto que Él es el sujeto que conoce, el objeto de conocimiento y el conocimiento mismo. No hay ningún conocimiento que esté fuera de Él, y si, en nuestra ignorancia, pretendemos tener un conocimiento propio, este no sería finalmente sino una participación en el conocimiento del Sí Mismo, que en realidad no es distinto de ti, ni tú distinto de Él, como señala Ibn Arabi en su "Tratado de la Unidad" (1.3.4): “Todos los atributos de Dios son tus atributos. Verás que tu exterior es el Suyo, que tu interior es el Suyo, que tu comienzo es el Suyo y que tu fin es el Suyo. Y eso,

EN EL CAMINO

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  El Loco , el arcano "sin número" del Tarot de Marsella. La idea del camino, o del viaje, como imagen simbólica de la realización interior está presente en todas las culturas desde tiempo inmemorial. Así lo expresa el Camino de Santiago con los códigos propios de nuestra cultura. También la estructura cosmogónica del Árbol de la Vida cabalístico se recorre a través de los “32 senderos de la Sabiduría”, es decir a través de una geografía sutil, de la cual los lugares y santuarios de la geografía física son un reflejo, como es el caso también de los Tjuringas australianos, llamados precisamente “los senderos de lo invisible”. El propio Lao-Tse habla de ello cuando en el Tao-Te-King afirma que la vía del Conocimiento es “un camino de mil millas que comienza ante tus pies”. Los ejemplos que podríamos poner son muchos, obviamente, pero todos ellos nos refieren que ese camino se inicia cuando el ser humano ha sentido la necesidad imperiosa de emprenderlo al preguntarse: “¿quié

Acerca de la Tetraktys Pitagórica, el Delta Luminoso y el Monocordio Universal

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  Pitágoras escribiendo mientras un discípulo le presenta una tablilla que muestra la representación de una lira sobre un dibujo de la sagrada  Tetraktys . Fragmento de "La Escuela de Atenas", fresco de Rafael Sanzio. (Wikipedia).   A Pitágoras le debemos casi todo al enseñarnos que el Número es una de las formas de manifestación más sintéticas de las potencias divinas. El Número mismo es un dios, por eso el uno se identificaba con la Mónada, una de cuyas traducciones es “sin división”, siendo su representación geométrica un punto, que con el añadido de la circunferencia conforma el círculo, uno de los símbolos cósmicos más primordiales. La Mónada era el uno, la unidad, y al mismo tiempo la totalidad -el Cosmos-, de la que el uno es el origen. Como dicen los cabalistas del  Sefer Yetsirah:  “Más allá del uno, ¿qué puedes contar”. En efecto, más allá del uno está el cero, símbolo del No Ser metafísico, o sea lo Inefable, el Tao sin nombre. De la Mónada surge la Díada, es