"Si el enemigo es uno mismo..."
Como se dice en las Escrituras solo hay que tener "ojos
para ver y oídos para oír" para advertir que vivimos ya en el “reino del
Adversario”, que es lo que nos dicen de una u otra manera todos los textos
tradicionales que se refieren a nuestros días. Esto ya lo hemos dicho en
diversas ocasiones, pero siempre viene bien recordarlo.
En efecto, a nadie, salvo a los ilusos y despistados, se les
escapa que nuestra sociedad ha sido diseñada para oponerse frontalmente a los
valores espirituales que antaño otorgaban al ser humano su lugar en el mundo y
su verdadera dimensión trascendente. De esos valores se carece hoy en día casi
por completo. La frase de Cristo: "quien no está conmigo está contra
mí", es la perfecta definición de lo que estamos diciendo, teniendo en
cuenta que Cristo no habla en nombre de ninguna religión en concreto, sino como
la manifestación del Verbo encarnado, intemporal, y por tanto actual.
Por eso algunos nos resistimos a abandonarnos a este estado
de cosas, y desde la perspectiva que nos brindan las ideas que emanan de la
doctrina tradicional, y en la medida de nuestras posibilidades, intentamos
arrojar algunas claridades sobre temas que nos afectan en estos tiempos de
oscuridad y tribulación.
A la ignorancia en todos sus órdenes se la combate con la
luz que nos dan esas ideas, o sea con rigor intelectual (que es una forma
del amor al Conocimiento), pues esa es la espada de nuestro tiempo. El combate
solo puede hacerse desde el plano más alto, con pasión y ardor guerrero si
es necesario, pero evitando que se desvirtúe enredándonos en
discusiones que siempre acaban en una lucha de egos para demostrar quién posee
la verdad, cuando esta no necesita que nadie la defienda, ni mucho menos
poseerla, pues es per se, se basta a sí misma y además “siempre
vencerá”: Vincit omnia veritas.
Por eso, el propio Jesús también señaló que en los tiempos
venideros había que estar muy atentos: “Mirad, yo os envío como ovejas en medio
de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las
palomas” (Mateo 10:16). ¿Qué quiso decir con esto?
Astutos porque este tiempo está lleno de trampas, y se ha de
ser prudente, que es una de las cuatro virtudes cardinales (junto con la
justicia, la fortaleza y la templanza) asociándosela muchas veces con la propia
Sabiduría, por eso los textos sapienciales alaban al hombre y la mujer
prudentes, y de tanto en tanto hay que recordar esta otra frase
del Talmud: "Dichoso aquel que oye un insulto y lo
ignora, pues evita un centenar de males".
E “inocentes como palomas” porque en la intimidad del
corazón ha nacido la certeza y el reconocimiento de que nuestro verdadero
“Reino no es de este mundo” (Juan 18: 36).
El combate decididamente que debe llevarse a cabo es la Gran
Guerra que emprendes contra tus enemigos internos, que son los más peligrosos.
Pero, las dos “guerras”, la pequeña y la grande se hacen simultáneamente, y de
hecho esto es parte del trabajo hermético, ya que los enemigos externos son
reflejos de nuestros propios enemigos interiores, que son como las cabezas de
la Hidra de Lerna, que es el segundo trabajo de los doce que tiene que realizar
Hércules en su camino heroico hacia el Olimpo.
En fin, quisiera terminar con esta cita de Federico González
de su libro En
el Vientre de la Ballena. Textos Alquímicos (texto 73), que viene
como anillo al dedo y que resume todo lo anterior:
“Si el enemigo es uno mismo hay que conocerse perfectamente
bien para no dejarse enredar una vez más. Esto es imposible sin la idea de estrategia:
vencer a través de la inteligencia aprovechando la fuerza del enemigo. Las
artes marciales no proponen otra cosa; la lucha se entabla en tres planos
coexistentes y sucesivos. Hay distintas lecturas de ese enfrentamiento. Lo que
cada quien obtenga dependerá de la suya y de su entrega al Conocimiento”. Francisco Ariza
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