La "Caída de los Dioses"

El barquero Caronte guiando a las sombras de los muertos de una orilla a otra del río Aqueronte. 
Alexander Litovchenko, s. XIX.

La “caída de los dioses” puede ser vista también como la consecuencia del olvido del hombre de sus estados superiores. Si lo superior no está incluido en nuestra conciencia el resultado inmediato es caer bajo la influencia de los estados inferiores, donde el símbolo y la realidad que él revela se leen “al revés”, o en el mejor de los casos de forma parcial y literal. Pero tanto en uno como en otro caso se está negando el poder regenerador del símbolo, y esto naturalmente nos impide reconocer la idea-fuerza a la que él se vincula en tanto que intermediario entre esta y nosotros, creando un vacío en nuestra consciencia al excluir de ella esa posibilidad. Así, la “caída de los dioses” es también la “caída del símbolo” en la irrelevancia, pues como señala Federico González:

"la cohesión que garantizan los símbolos, su función mediadora, no es reconocida, ha sido olvidada, o peor aún, es tergiversada por nuestra comprensión actual, que nos hace ver la realidad del mundo como exterior y hostil, tan extraña como indiferente". (El Simbolismo Precolombino).

La civilización moderna, en general, está sustentada sobre esa indiferencia y hostilidad, y si no véase lo ocurrido con el planeta y la propia evolución de la sociedad humana desde el comienzo de la “revolución industrial” hasta hoy mismo, y nos percataremos de que la génesis de la modernidad está inspirada por un pensamiento que, al prescindir de la “mediación” del símbolo como lenguaje sagrado, negó la realidad trascendente de la Creación, otorgando al hombre una “patente de corso” para sencillamente apropiarse de ella, y en su delirio creerse semejante a Dios.

De ahí los intentos, ya logrados por otro lado, de crear una “inteligencia artificial” superior a la humana, lo que solo sería válido en términos cuantitativos (el big data), pero no cualitativos, pues lo “artificioso” es por definición una “contrahechura”, o sea una imitación fraudulenta, y jamás la "inteligencia artificial" podrá concebir una cosmovisión ordenada de acuerdo a los principios ontológicos, y ya no digamos metafísicos, sobre los cuales se han construido todas las civilizaciones a lo largo de la Historia, excepto la nuestra, una auténtica anomalía. Es como si en su génesis el mundo moderno padeciera ya de un “pecado original” que le impidió recibir las influencias de los dioses celestes y luminosos, pero no de los dioses del inframundo, evidenciando una impotencia que recuerda aquella frase de Virgilio en la Eneida: “Si no logro mover a los dioses del cielo, moveré a mi favor al Aqueronte”.

La elección de la esvástica (uno de los símbolos más primordiales y sagrados de la humanidad) como emblema del nazismo es un ejemplo de cómo un símbolo, en este caso nada menos que un símbolo de la acción del Principio en el mundo, puede ser profanado hasta convertirlo en la representación de todo lo contrario, es decir en su reverso más negativo: en la acción de las potencias más tenebrosas del inframundo, que solo traen consigo la destrucción y el mal en estado puro. 

Ante semejante manipulación, René Guénon hablaría de una de las tantas “sugestiones” promovidas por la “contra-tradición”, esa entidad que no solo está en contra de lo humano sino que niega al Ser y sus atributos en tanto que intermediarios entre Él y nosotros. Cuando toda una sociedad ha sido sugestionada para negar al Espíritu y suplantarlo por una pseudoespiritualidad que de facto lo niega, ¿cómo debemos denominarla sino como el “reino del Adversario”? Francisco Ariza 

Todas las entradas del blog

Facebook personal

Mi Página Web

Comentarios

Entradas populares de este blog

“He aquí mi cuerpo...”

RENÉ GUÉNON: "TRABAJO INICIÁTICO COLECTIVO Y 'PRESENCIA' ESPIRITUAL" (Capítulo XXIII de “Initiation et Réalisation Spirituelle”)*

Las Causas del Colapso de las Civilizaciones en la Historia