EL NACIMIENTO DE ATENEA. Mitos de la Grecia Arcaica (Primer Episodio)
Nacimiento de Atenea. Cerámica griega, siglo VI. Museo del Louvre. París.
Consejera de numerosos héroes (Teseo,
Hércules, Perseo, Jasón, Ulises, etc.), la diosa Atenea es hija de Zeus y de
Metis (que aparece en la parte inferior de la imagen debajo del asiento de Zeus). Metis es una titánide relacionada
con la riqueza y fecundidad de la Tierra, y a la que Zeus seduce, dejándola
embarazada. Cuando, según el mito, Zeus se “traga” a Metis “asimila” su energía
telúrica, la que es sublimada en el interior de su cuerpo, que es como un athanor
donde son “transmutadas” las almas que han sido previamente seducidas por el
dios del rayo y del trueno, elementos que anuncian su “presencia”. Esa transmutación es vertical y se realiza de acuerdo a la dirección del “Eje del Mundo”, que
partiendo del punto más bajo comienza un viaje por el interior del Orden
Universal hasta alcanzar la “clave de bóveda”, o “puerta de los dioses”, de ese
mismo Orden o Arquitectura, que es por donde “emerge” Atenea, manifestando su
condición de diosa olímpica.
No olvidemos que Atenea no solo acaba de
gestarse en el cuerpo de Zeus tras “engullir” este a Metis, sino que ella “nace”
y “crece” dentro de ese cuerpo. Por eso aparece como una diosa ya adulta cuando, gracias a la intervención de Hefestos, surge de la cabeza de su Padre celeste, es decir de su Mente o Inteligencia, la
que la diosa hereda como uno de sus distintivos principales, aquellos que auspician
con su luz la Idea de la civilización y su realización práctica por medio de
las artes y las ciencias de la Cosmogonía.
Precisamente, Atenea nace con los
atributos de una diosa guerrera porque es la “defensora” de esa idea de
civilización, o de la ciudad que la encarna. Por eso mismo fue la protectora de
varias ciudades de la Grecia antigua, como Atenas, a la que da nombre, que
acabó convirtiéndose no por casualidad en uno de los “faros”
intelectuales-espirituales de Occidente, cuya luz aún perdura. Francisco Ariza
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