LOS "SIETE RISHIS" Y LAS SIETE ESTRELLAS DE LA OSA MAYOR


Las siete estrellas de la Osa Mayor con los nombres de los Rishis primordiales

Como dijimos anteriormente los rishi son hijos de Brahmâ, nacidos de su Mente, o sea de su Inteligencia. También señalamos que no eran siete, si bien en cada Manvantara se manifiestan con ese número, siendo su morada las siete estrellas de la Osa Mayor, la cual ha recibido también distintos nombres a lo largo del tiempo. Estamos sin duda ante un simbolismo celeste, siempre “presente” en el medio del cielo como una referencia axial que ha sido la guía de esa parte de la humanidad que ha tenido a la Osa Mayor girando perennemente en torno a la Estrella Polar, que  no siempre ha sido la misma, sino que ha ido cambiando a lo largo del Manvantara  debido al movimiento de la Precesión de los Equinoccios como consecuencia de la inclinación del eje de la Tierra. Pero como se trata de un arquetipo relacionado con la idea de centro, de estabilidad y de perennidad, no importa que haya sido esta u otra estrella la que haya desempeñado esa función.[1] En este sentido si las siete estrellas de la Osa Mayor representan a los siete rishis, la Estrella Polar correspondiente siempre estará simbolizando a Manú, el “Polo espiritual” de todo el Manvantara.


Dhruva, nombre del Polo en sánscrito. Pintura de Pahari de Manaku, c. 1740. 


En la doctrina de los ciclos los nombres de los rishis cambian con cada Manvantara, pero su papel es invariable, pues no es otro que el de conservar y transmitir la Sabiduría contenida en los Vedas. Son los rishis los que han creado los himnos sagrados que los conforman bajo la “inspiración” (sriti) directa del Espíritu. Los Vedas no tienen un origen concreto en el tiempo como ya señalamos, y fueron transmitidos oralmente hasta aproximadamente dos milenios antes de nuestra era (cuando el Polo era la estrella Thuban), momento en que comienzan a ser fijados por escrito dando lugar a las diversas interpretaciones realizadas por las distintas escuelas brahmánicas, y de las que surgirían los textos sagrados y sapienciales que todos conocemos, encabezados por los Upanishads, de los que emanaría el Vedanta, es decir el punto de vista puramente metafísico de la doctrina tradicional.

La Osa Mayor es llamada Sapta-Rksha, en referencia a sus “siete estrellas” principales. Esta constelación tiene forma de carro o de arca, evocando así el arca de Noé, a la que ya nos referimos, relacionada con la idea de recepción y conservación de la Ciencia Sagrada. Sin embargo, antes de llamarse así, la Osa Mayor era denominada la “constelación del Jabalí (Varaha)”, animal que en distintas culturas que derivan de las tradiciones hiperbóreas simboliza a la autoridad espiritual, o casta sacerdotal, como es el caso de los propios brahmanes en la India o los druidas entre los celtas. No deja de ser significativo, por otro lado, que todo nuestro actual Kalpa (la "Era de un mundo") se denomine Sveta Varaha Kalpa, la “Era del Jabalí Blanco”, color que, por lo general, siempre se ha asignado a la autoridad espiritual. Esto también permite entender que la tierra boreal fuese llamada en su momento la “Tierra del Jabalí”.

Esa sustitución del nombre de jabalí por el de la osa para designar a las siete estrellas polares se debe a cuestiones de orden cíclico, que no podemos desarrollar ahora. Recordaremos que esta constelación también recibió en un momento dado el nombre de Libra, o la Balanza, antes de que esta pasara a formar parte del Zodiaco. La balanza es sinónimo de equilibrio y de estabilidad, características que definen al Polo como hemos dicho, de ahí que simbolice a Manú, siendo uno de los símbolos precisamente de la autoridad espiritual. Acerca de esa estabilidad y equilibrio hemos de recordar que en la antigua tradición china la Osa Mayor recibía el nombre de Balanza, y más concretamente “Balanza de jade”, lo cual indica una referencia expresa a la idea de perfección que esa tradición siempre asignó a esta piedra preciosa.


II

Dicho esto, y centrándonos en la cuestión de los rishis, debemos recordar nuevamente que estos, nacidos de la Inteligencia de Brahmâ, fueron encarnados por los antepasados que vivieron en la época antediluviana, cuando el pueblo védico aún vivía en el área circumpolar antes de descender hacia las tierras del Sur. Es de esos antepasados de los que nacen los linajes de los distintos clanes, tribus o familias que conformaban la estructura principal de la antigua sociedad hindú, antes incluso de que esta se estableciera en la India actual. A esos clanes pertenecían no solo los brahmanes, o sacerdotes, sino también, aunque en menor número, los kshatriyas, la nobleza guerrera, pues hubieron rishis humanos que habían nacido originalmente en el seno de esta.

Los rishis establecieron en el origen de cada uno de los Manvantaras el rito del “sacrificio del fuego sagrado” a imitación del sacrificio ancestral realizado por el Manú correspondiente. Este es el motivo de porque los nombres de diversos rishis estuvieron emparentados con el fuego, como es el caso del rishi Angiras, relacionado con Angarah, “carbones ardientes de fuego”. Otros, como Atri y Bhrigu, trazaron los caminos que conducían al Sol, y otros, de nombre Atharvan eran los “sacerdotes del fuego”. Se trata evidentemente del fuego espiritual, del que el fuego físico era el soporte simbólico que permitía la manifestación del rishi, el cual “inspiraba” en los poetas y “videntes” (los rishis humanos) los himnos sagrados con que se iban tejiendo los Vedas.

O sea que el Conocimiento (el Veda eterno) se transmitía a sí mismo a través del canto, del sonido articulado, previamente “oído” por el intelecto o espíritu que reside en el corazón, punto de contacto del ser individual con el Ser Universal. Podríamos entonces decir que la naturaleza de esas entidades o “poderes universales” llamados rishis, están compuestas de éter y fuego (o luz), los cuales en su calidad de elementos físicos están relacionados con el “oído” y la “vista”, palabras que traspuestas simbólicamente a un orden superior se vinculan con la transmisión del Veda, que es tanto una “audición interior” como una “iluminación interior”.[2]

A propósito de la recepción de los himnos por los rishis, he aquí un ejemplo extraída del Rig-Veda:

¡Oh Maruts (Huestes de los Vientos)! Este himno que los confirma conlleva mi postración. ¡Oh Dioses!, fue modelado por el corazón, fue establecido por la mente. (Rig-Veda, 1.171.2).

La revelación o inspiración directa (sriti) se recibe en el corazón (residencia de Brahmâ en el ser humano), que moldea el mantra (el sonido, sílaba o palabra sagrada) con que se irá componiendo el himno, y que se establecerá, o fijará, gracias a la facultad del pensamiento, expresión de manas (la mente), palabra que recordemos es la “signatura” de Manú (el regente del Manvantara) en la individualidad humana, y que la define como tal, pues además de ser el regente del ciclo del Manvantara, Manú es el prototipo del ser humano, como ya dijimos en la entrega anterior. Recordemos también que la palabra manas procede de Manú, al igual que la de hombre (manava).

En el grabado con que ilustramos esta nota aparece la constelación de la Osa Mayor y los nombres de siete rishis, que según los textos hindúes se corresponden con los rishis del primer Manvantara del actual Kalpa y a este respecto podría decirse que se trata de los rishis primordiales, como asimismo ocurre con el Manú de ese Manvantara primigenio, llamado Adi-Manu, cuyo nombre, recordemos, es Swâyambhuva, que significa “salido de Swâyambhu”, el Logos Eterno. Vamos a hacer un breve esbozo de cada uno estos siete rishis, que en definitiva son entidades mediadoras entre los hombres y las energías divinas más altas. (Continuará). Francisco Ariza





[1] Actualmente la Polar es la estrella alfa de la Osa Menor, pero hace más de cuatro mil años (en la época de construcción de las tres grandes pirámides de Egipto) esa estrella era Thuban, perteneciente a la constelación del Dragón.

[2] Se debe al sabio Vyasa (descendiente del rishi Vasishtha), o la escuela a la que pertenecía (de la rama advaita, la más importante pues se sustentaba en la enseñanza metafísica de la “no-dualidad” que es lo que quiere decir advaita), la codificación por escrito, y posterior división, de los cuatro Vedas. Asimismo a Vyasa se debe la composición del Vhisnu-Purana, y de las grandes epopeyas como el Mahabharata y el Ramayana, entre otros textos sapienciales.

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