El Símbolo del Crismón de Santa María de Poblet
En diversas ocasiones hemos recordado que el Crismón es un símbolo del Cosmos, y expresa asimismo realidades de orden metafísico, como todos los símbolos verdaderamente primordiales. Es decir, que permite tanto comprender la estructura cósmica y sus leyes como la posibilidad de trascenderlas, y en este sentido por su forma circular y los radios que emanan de su centro puede comparárselo con los mandalas orientales, que también encuentran una semejanza total con los rosetones, que generalmente se disponían en las fachadas exteriores de las catedrales románicas y góticas. Como bien podemos observar en este Crismón de Poblet sus elementos constitutivos son los siguientes.
La cruz de seis radios, que es propiamente el crismón, está formada por la unión de las letras I y X, que son las dos iniciales de la palabra Jesucristo en griego (Iesous Xhristos). Esta es la forma primitiva del Crismón, y el cambio de la I por la P se produjo tras la conversión de Constantino, en cuyo estandarte figuraba ese signo. Recordaremos que tanto la I como la P son símbolos del Eje del Mundo, y el ojal de la P representa la «puerta estrecha» por donde se efectúa la salida del Cosmos y el acceso a los estados metafísicos e incondicionados. Toda esta significación se completa en muchas ocasiones con el añadido de un eje horizontal que no sólo divide al Crismón en dos partes, la superior y la inferior, simbolizando así el Cielo y la Tierra, sino que además introduce en su forma la cruz de ochos radios, que traducidos al simbolismo arquitectónico representaría al octógono, que es precisamente el elemento de la construcción que simboliza el Plano Intermediario, que separa y une el Cielo y la Tierra.
A uno y otro lado de ese radio horizontal aparecen las letras Alfa y Omega, el principio y el fin, y que han de entenderse en un sentido temporal (pues indica el principio y el fin de la manifestación cíclica como tal), y en un sentido atemporal, pues se indica que ese principio y el fin están comprendidos, y coinciden, en la Unidad metafísica y eterna. «Yo soy el Alfa y la Omega» dice Cristo, el que también reveló que «los Cielos y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán jamás».
En ocasiones, Cristo mismo en forma de cordero está en el centro de la cruz, como en este crismón de Poblet, centro que es verdaderamente una imagen de la Jerusalén Celeste, de la que se dice que está en el interior del corazón del hombre. El círculo que rodea el Crismón es claramente un símbolo de la «Rueda del Mundo»[1], que gira perennemente alrededor de ese centro, que es inmutable y del que extrae toda su realidad. FranciscoAriza
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Nota
[1] Sobre este símbolo ver El Simbolismo de la Rueda, de Federico González.
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