La Geometría Musical y Celeste de la Capilla de Rosslyn. Francisco Ariza
En nuestro estudio sobre la capilla escocesa hermético-masónica de
Rosslyn publicado en mi muro de FB hace tres años (ver dirección al final del escrito) y hablando de los 215 “cubos musicales” que
decoran las nervaduras de las bóvedas situadas en el lado Este de la misma, es
decir en el Oriente, señalamos que dichos “cubos” merecían ser considerados con
más detenimiento, debido fundamentalmente a sus relaciones con ciertos patrones
sonoro-geométricos que figuran en ellos. Lo que viene a continuación es una
aproximación al simbolismo de estas genuinas figuras, que constituyen una clave
para entender un poco más la enseñanza cosmogónica e iniciática de la
compleja arquitectura de Rosslyn, creada a mediados del siglo XV por William Sinclair,
perteneciente a uno de los clanes escoceses que más contribuyeron al
mantenimiento de la Tradición en Escocia, la antigua Caledonia.
Algunos investigadores han llegado a la conclusión
de que los 215 "cubos musicales" coinciden con 13 patrones de sonido
conocidos como las “figuras de Chladni”, en honor a Ernst Chladni (1756-1827),
un masón, músico, físico y matemático alemán que en su obra Descubrimientos
en la teoría del sonido estudió la codificación de ondas vibratorias y
sonoras utilizando un medio mecánico conocido hoy como cimática, el cual
permite visualizar las ondas sonoras. A este respecto, el investigador Richard
Merrick en su estudio “La música congelada de Rosslyn” señala lo siguiente:
“La música, la resonancia armónica y el simbolismo
geométrico son parte integral de las creencias herméticas sobre la estructura
del cosmos y toda la vida. Sir Gilbert Hay [el arquitecto que diseñó la
Capilla] y W. Sinclair aparentemente buscaron preservar este conocimiento en la
Capilla de Rosslyn”.[1]
Acerca de estos sonidos que se “visualizan” añade este mismo investigador:
“Estos patrones (…) se producen cuando una placa de metal se rocía con sal o polvo y se hace vibrar con frecuencias de sonido. Los patrones pueden variar desde polígonos primitivos como triángulos, pentágonos y hexágonos hasta hermosos patrones, dependiendo de las frecuencias que se utilicen”. (Fig. 1).
Sabiendo de la pertenencia de William Sinclair a la Tradición Masónica y a la rama de esta vinculada con la Orden del Temple, él junto a Gilbert Hay buscaron de verdad preservar ese conocimiento, y de una manera inequívoca, en la Capilla de Rosslyn. No olvidemos que la arquitectura sagrada y tradicional es una cristalización de la “Armonía de las Esferas”, o Harmonia Mundi, regida en la iconografía hermético-cristiana por las diversas entidades angélicas (figs. 2-3-4-5). La Harmonía Mundi, es decir la Cosmogonía, manifiesta las ideas del Mundo Inteligible, que se van articulando en su descenso hasta llegar a nuestro mundo de acuerdo a unos códigos simbólicos contenidos en los números y expresados a través del arte de la Geometría, de ahí que la arquitectura tradicional, tal y como la concebían los antiguos constructores, constituya un modelo del Cosmos, o sea de la realidad de los Tres Mundos, y por tanto una fuente de enseñanza para su conocimiento.
Fig. 2
Fig. 4
El ángel de las imágenes de abajo (figs. 6-7-8) mira atentamente al espectador, señalando con dos dedos de su mano izquierda otros tantos tonos musicales, mientras que con la derecha señala uno solo, de ahí su denominación de “tritonos”.
Estos tonos en particular correspondían a algunos de los patrones geométricos de los cubos, y en torno a ellos existió toda una serie de malos entendidos durante la Edad Media debido al hecho de que dichos tonos con sus intervalos respectivos provocaban unos sonidos “inquietantes” que no entraban dentro de los cánones musicales de la Iglesia Católica, tildándolos esta de Diabolus in música (“Diablo en la música”), cuando en realidad se trataba de tonos que generaban una “tensión” en el alma que necesitaba resolverse en otro intervalo musical, ya sea con un acorde menor o mayor (fig. 9).
A este respecto, y considerado desde el punto de vista simbólico, el tritono representaría el “pasaje” de un estado a otro, y ese pasaje, por su carácter intermediario, siempre es “complicado” para el ser que lo realiza.[1] De ahí la “tensión” de los tonos musicales. La música es un elemento importante en muchos ritos iniciáticos y religiosos, pues actúa directamente sobre la parte corporal, emocional y espiritual del recipiendario, análogas a los tres mundos de la Cosmogonía. Su enorme poder evocador pone en relación las notas musicales con los estados del alma y las energías planetarias, con los que esos estados se asocian gracias a la ley de correspondencia en la que se basa toda la Ciencia Hermética.
Recordemos que el sonido, la música, la palabra, llevan implícita una estructura geométrica, o sea que hay una geometría del sonido que se “visualiza” en el espacio arquitectónico a través de los elementos simbólicos que lo conforman. Esto lo conocían perfectamente los constructores de Rosslyn, que habían recibido de diferentes fuentes ese conocimiento que se remonta a las antiguas civilizaciones, que en el caso de la Masonería le viene a través del Hermetismo, y a este de la sabiduría egipcia, o greco-egipcia, pues de hecho la Hermética es una Tradición que emana de esa conjunción entre lo egipcio y lo griego gestado en la época de la última dinastía faraónica, la de los Ptolomeos. En realidad, la Masonería de la que era portador William Sinclair se había conformado a partir de la herencia hermética, a la que habría que añadir la Salomónica, la pitagórica a través de los Collegia Fabrorum romanos, la cristiana, y los vestigios de las órdenes de caballería como el Temple y la Massenie du Saint-Graal, de las que nacería el Rosacrucianismo. Todas esas herencias están plasmadas en la arquitectura de Rosslyn.
Los masones que construyeron Rosslyn supieron
codificar ciertos sonidos y armonías en determinados patrones geométricos que
son los que se reproducen en los “cubos musicales”, y nosotros nos preguntamos
nuevamente si esos codificados patrones sonoros-geométricos no eran en sí
mismos vehículos de una música creada específicamente para un fin determinado
que no era otro que generar en el candidato un estado propicio para recibir la
transmisión de una influencia espiritual, pues estamos hablando de un verdadero
rito del despertar de la conciencia en el que no sólo era la música la que
intervenía y vehiculaba esa influencia, sino que ella se acompañaba con todo un
conjunto de símbolos e imágenes que están reproducidos en el espacio de la Capilla
de Rosslyn, a la que deberíamos considerar como un centro sagrado de la
Masonería Escocesa y Universal.[2] (Continuará).
[1] Por aquellas “curiosidades” del lenguaje, la palabra tritono es muy semejante a tritón, el ser mitológico mitad hombre y mitad pez, considerado como la contraparte masculina de las sirenas, las cuales como es bien sabido están vinculadas mitológicamente con la “música de las esferas”. Además, tanto los tritones como las sirenas son entidades intermediarias que juegan un papel en el proceso de la iniciación.
[2] Esa música “encriptada” se mantuvo silenciosa hasta que en el año 2007 el pianista escocés Thomas Mitchell y su hijo Stuart consiguieron descifrarla al “descubrir” que los 215 “cubos musicales” contenían los 13 patrones sonoros distintos que se ajustaban con varios de los patrones visuales elaborados por Ernst Chladni. Una vez decodificados los patrones sonoros encriptados en los cubos y traducidos a la notación musical surgió lo estos músicos denominaron el ”Motete de Rosslyn”. Francisco Ariza
Comentarios
Publicar un comentario