LAS BODAS DE CADMO Y HARMONIA. Mitos de la Grecia Arcaica (Sexto Episodio. Texto y Podcast)
Los dioses olímpicos como
“testigos” de la boda de Cadmo y Harmonía.
Entre ellos podemos apreciar a Zeus –en el centro-, a Hermes, Afrodita, Atenea y Hera. Mosaico de La Malena. Zaragoza.
Entre ellos podemos apreciar a Zeus –en el centro-, a Hermes, Afrodita, Atenea y Hera. Mosaico de La Malena. Zaragoza.
Las bodas de Cadmo y Harmonía constituyen
un mito que habla precisamente del regreso de la Justicia y la Concordia a la
tierra con la llegada del ciclo heroico. Cadmo es el quinto de una estirpe de
reyes primigenios destinados a la fundación de ciudades como signo de la nueva
civilización que se va asentando en la Grecia arcaica. Él es hijo del rey
fenicio Agenor, palabra que significa “conductor de hombres”, o sea un jefe espiritual
además de guerrero, virtudes que el propio Cadmo asumirá, como fue el caso de
otros muchos héroes, los cuales, recordaremos, tenían como modelos a los
hombres de la Edad de Oro.
La madre de Cadmo se llamaba Telefasa,
una náyade hija del dios fluvial Nilo. Telefasa significa “la que ilumina a lo
lejos” en alusión al astro lunar, asociado con el toro, animal que desempeñará
un papel importante en la historia de Cadmo. Por su parte, Harmonía es hija de
Afrodita, la diosa del amor, y de Ares, el dios de la guerra. Es por tanto el
fruto de la “unión de los contrarios”, expresando así la esencia de una
naturaleza que se distingue por la concordia y el equilibrio.
Es significativo a este respecto que
Cadmo advierta la presencia de Harmonía, y se espose con ella (o sea encuentre
en él mismo su propio equilibrio interior), después de haberse iniciado en los Misterios
sagrados que se celebraban en la isla de Samotracia, misterios relacionados con
el fuego subterráneo y el arte de la metalurgia, con el que se forjaban las
armas de los héroes y los dioses.[1]
En Samotracia existía un importante colegio sacerdotal y se rendía culto a
Hermes itifálico, dios con el que el propio Cadmo se identificó recibiendo su
energía fecundadora y su influencia espiritual, imprescindibles para la misión
civilizadora que el destino le tenía reservada.
Por lo tanto, las bodas de Cadmo y
Harmonía (celebradas en la misma isla de Samotracia) podrían ser calificadas verdaderamente de
“alquímicas”, y según una antigua leyenda ella fue bendecida por la presencia de los dioses olímpicos entre los esponsales, como puede apreciarse en la imagen de
arriba. Esta circunstancia deja entrever la trascendencia de esta boda, ya que ella propiciaría una época de “estabilidad” a través de la fundación
de ciudades y países que formarían parte de los centros de irradiación de una
cultura y una civilización inspirada en los principios olímpicos, pero
integrando también la totalidad de los dioses de la Creación, que comprende igualmente
el mundo intermediario y terrestre.
Cadmo no solo funda Tebas sino otras
muchas ciudades que con el tiempo formarán parte de la ecúmene grecorromana. Pero Tebas es uno de los centros neurálgicos
y sagrados de esa civilización, como lo fue Micenas, Olimpia o Atenas: un “lugar”
revelado a través del oráculo de Delfos, que le señala a Cadmo que ha de ir al país de Beocia, y allí encontrar y seguir a una novilla. Donde esta se detuviera, en ese mismo lugar, Cadmo tendría que realizar los ritos de fundación
de la ciudad, como indica también esta otra imagen.
La novilla representa aquí a la
constelación de Tauro, domicilio de Afrodita-Venus, y vinculado precisamente
con la “estabilidad” que propicia el desarrollo ordenado de la civilización en
el tiempo. Seguir a la novilla es orientarse de acuerdo a esa constelación, o
sea ir de Oriente a Occidente, señalando así el origen oriental de Cadmo, que
eso es lo que significa justamente la palabra Cadmo, “oriental”, y más
concretamente de Fenicia, de la antigua tierra de Canaán, limítrofe con la
civilización Mesopotámica y Caldea.
A este respecto, las bodas de Cadmo y
Harmonía también estarían simbolizando esa “confluencia” entre la Grecia
arcaica y la Fenicia, la cual trajo, entre otras cosas, el alfabeto, es decir
la escritura, uno de los elementos civilizadores por antonomasia. Esta misma
confluencia es la que estaría expresando, desde otra perspectiva, el mito del
rapto de la princesa fenicia Europa (hermana de Cadmo) por Zeus, metamorfoseado
en un toro de color blanco.
Sin duda alguna el mito de la fundación
de Tebas también está narrando la entrada en la era zodiacal de Tauro, con la
que comienza la Edad de Hierro y el ciclo heroico, en palabras de Hesíodo. En
la misma línea de pensamiento, es muy posible que la boda misma de Cadmo y
Harmonía no estaría sino celebrando la entrada del signo de Libra en el Zodíaco,
domicilio también de Afrodita-Venus, y cuyo símbolo distintivo es la Balanza.
Libra era una constelación polar antes
de pasar a formar parte del Zodíaco, y ese origen polar seguirá estando
presente a través del signo de la Balanza, que es un factor de “estabilidad” y
de “equilibrio” dentro del Zodíaco, de la Rueda de la Vida. La estabilidad como
un signo del polo celeste. Esta es, a nuestro entender, una de las enseñanzas
fundamentales de este mito realmente ejemplar. Francisco Ariza
[1] En su viaje
hacia la Cólquida a la conquista del “Vellocino de Oro”, Jasón y los Argonautas
recalan también en Samotracia para recibir esos mismos misterios.
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