"In Vitro": de las Mitologías de la Fertilidad a los límites de la Ciencia (Reseña en SYMBOLOS Nº 4)
Bajo este título tuvo lugar en la Fundación Miró de Barcelona, durante los
meses de Abril a Junio (de 1992), una exposición relacionada con el tema de la
fertilidad. Sin duda, lo más interesante de la misma estaba en las valiosas
piezas procedentes de distintos museos de España y de Europa, representativas
de las divinidades masculinas y femeninas relacionadas con los cultos de la
fertilidad y la generación. Algunas de esas piezas eran de una extraordinaria
antigüedad, como las Venus y Diosas Madre de las culturas de la llamada Edad de
Piedra. Otras pertenecían a culturas más cercanas en el tiempo, como la
civilización mesopotámica, greco-romana, cristiana y alguna muestra
precolombina.
A pesar de esa variedad y de las distintas culturas, períodos y
lugares geográficos que se abarcaban, todas las piezas estaban conectadas entre
sí por una misma idea simbólica: la polaridad hombre-mujer, masculino-femenino,
reflejo de los dos principios cósmicos cuya perpetua cópula genera la
multiplicidad de lo manifestado. El principio activo y el principio pasivo o
receptivo del cosmos aparecen "impresos" en la variedad indefinida
del mundo mineral, vegetal y animal (tal cual pudo verse en un excelente
reportaje fotográfico que cubría toda una sala de la exposición), muchas de
cuyas formas evocan los órganos de reproducción humana, ellos mismos
"diseñados" para propiciar la unión y la complementación de opuestos.
En las culturas tradicionales los órganos sexuales eran venerados y
sacralizados no por ellos mismos, sino en tanto que símbolos de la energía
creativa y fecundadora de la deidad masculina y femenina. Esa energía
fertilizadora la ilustra perfectamente el Príapo romano (del que había diversas
representaciones), de cuyo phallus surgen innumerables frutos y
semillas, ejemplificando así toda la potencia inagotable de la naturaleza. Esa
potencia está en el hombre, y cuando éste la sacraliza, ella se convierte en la
fuerza genésica que promueve la regeneración y el nacimiento espiritual. A esto
precisamente aludían las cinco magníficas tallas románicas y góticas
representando a la Virgen Madre sosteniendo en su regazo al infante divino,
fruto de su concepción espiritual. Asimismo, merecen ser destacadas las
excelentes explicaciones que ofrecía uno de los paneles de la muestra, acerca de
seis símbolos directamente referidos a los arquetipos de la generación y la
fecundidad: la mandorla, el agua, el número cinco, el huevo, el árbol y el
altar.
El canto a la vida y a la sacralidad de la naturaleza
evocados por las culturas tradicionales contrastaba bastante con la segunda
parte de la exposición, dedicada a mostrar técnicas y métodos modernos de
reproducción, lo cual hacía sentir el ambiente propio de un hospital, o de la
vida metida en una probeta. Se evidenció así, una vez más, la incompatibilidad,
por mucho que se las pretenda conjugar (como fue el caso de esta exposición),
entre la visión tradicional y sagrada, y la propia de la sociedad moderna y
profana. Ánade (Fco. Ariza y Mª A. Díaz).
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