"PROPOS SUR RENÉ GUÉNON" (Reseña en SYMBOLOS Nº 9-10)



PROPOS SUR RENE GUENON. 
Jean Tourniac. 
Dervy-Livres, 1973. 255 págs.  

De entre los diversos libros que tratan sobre la obra guenoniana destaca Propos sur René Guénon, de J. Tourniac, autor muy conocido en el medio masónico por su larga trayectoria y su asidua colaboración en distintas publicaciones y revistas masónicas, tradicionales y esotéricas en general. Queremos señalar que la obra de Tourniac, muy abundante, ha sido fructíferamente influida por la doctrina tradicional emanada de Guénon, influencia que le ha permitido profundizar en los aspectos esotéricos, simbólicos e iniciáticos de la masonería, el cristianismo y la tradición judía, como lo testifican sus libros Symbolisme maçonnique et Tradition chrétienne y Tracés de lumière, los cuales se han convertido en "clásicos" en cualquier investigación seria sobre la espiritualidad judeo-cristiana y la cosmogonía masónica. 

Para situar la obra de Guénon en su verdadera perspectiva, Tourniac encabeza su libro con estas reveladoras palabras del Zohar: "Vivimos sobre la corteza de la realidad y apenas podemos alcanzar el corazón. El secreto está en el corazón de lo aparente, lo conocido no es más que el aspecto aparente de lo desconocido. Ningún hecho en el mundo está aislado de su contexto universal. Nada aquí abajo tiene su fin en sí mismo. El misterio no está lejos de nosotros y más allá del mundo, él nos envuelve, y es nuestro destino, y la suerte del mundo está ligada al misterio". La obra de Guénon está toda ella penetrada de ese misterio, que es lo no-manifestado, pero al mismo tiempo se erige como un majestuoso edificio, como una "Gran Obra" en el sentido alquímico, cuyo recorrido y conocimiento, desde la base hasta la "clave de bóveda", posibilita el cumplimiento de "nuestro destino". Es decir, que dicha obra es "transmisión" de una herencia que procede del Origen, y por lo tanto se reconoce en ella, porque se recibe y acepta, la voz unánime de la Tradición. Es lo que vienen a decir estas palabras de Luc Benoist acerca de dicha obra, recogidas también por Tourniac: "Aquí se trata exclusivamente de la tradición integral y primordial que todos los hombres, desde su aparición sobre la tierra, han recibido en depósito con la vida misma, puesto que la vida es una de las manifestaciones de esta Verdad". 

La primera parte del libro está casi enteramente dedicada a analizar las relaciones entre Guénon y el cristianismo, y a exponer diversas críticas que a este respecto le lanzaron algunos teólogos católicos (como Jean Daniélou), declarando, en resumidas cuentas, que en su obra falta una verdadera comprensión del cristianismo, ignorando así que en diversas ocasiones Guénon dejó bien en claro que el mensaje cristiano es en verdad una reactualización de la Tradición Primordial, y que en ella tiene sus raíces más profundas. ¿Cómo no recordar, a este respecto, el pasaje de San Pablo en la Epístola a los Hebreos cuando compara el verdadero sacerdocio cristiano al sacerdocio "según el orden de Melquisedec... que es sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio ni fin de su vida, se asemeja en eso al Hijo de Dios; este Melquisedec permanece sacerdote a perpetuidad"? Este pasaje lo cita Guénon en El Rey del Mundo (cap. VI), cuando hablando precisamente de Melquisedec, que es la propia Tradición Primordial, observa que "el sacerdocio de Melquisedec es el sacerdocio de El Elyon; el sacerdocio cristiano es el de Emmanuel (señalando que ambos nombres divinos tienen exactamente el mismo número); por consiguiente, si El Elyon es Emmanuel esos dos sacerdocios no son más que uno". Esto hace decir a Tourniac, finalmente, que "no creemos que el Cristianismo aporte una negación de la 'Tradición Primordial' afirmada por Guénon, sino que por el contrario nosotros creemos que él se presenta como un retorno a esta Tradición". 

Para Guénon, en efecto, queda claro que el cristianismo tenía "en sus orígenes, tanto por sus ritos como por su doctrina, un carácter esencialmente esotérico y en consecuencia iniciático", es decir, que representaba una continuación de la Sabiduría Perenne, y lo mucho que escribió sobre él (recordemos sus numerosos artículos en la revista Regnabit -casi todos ellos recogidos en Los Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada-, el libro dedicado al esoterismo de Dante, la recopilación Aperçus sur L'Esotérisme Chrétien, así como sus constantes referencias a las órdenes de caballería, al Temple, al hermetismo cristiano, etc.), fue para destacar su vinculación con el Centro primigenio. La idea del "Evangelio Eterno" acuñada durante la Edad Media no es otra cosa que el Sanâtana Dharma (la "Ley Perenne") de la tradición hindú. El exoterismo, lo propiamente religioso, aparece en el cristianismo como una necesidad cíclica, como nos dice Guénon en estas palabras subrayadas por Tourniac: "Si se considera cuál era, en la época de que se trata, el estado del mundo occidental, es decir del conjunto de los países que entonces estaban comprendidos en el Imperio romano, se puede comprender fácilmente que, si el Cristianismo no hubiera "descendido" en el dominio exotérico, este mundo, en su conjunto, hubiera sido rápidamente desprovisto de toda tradición, pues aquellas que existían hasta entonces, sobre todo la tradición greco-romana que era la predominante, habían llegado a tal extremo de degeneración que indicaba que su ciclo de existencia estaba a punto de finalizar. Este "descenso", insistimos, tuvo un carácter verdaderamente "providencial", puesto que evitó a Occidente caer en aquella época en un estado comparable al que se encuentra actualmente". 

En cuanto a las relaciones de Guénon con la masonería, Tourniac asigna a la recuperación del verdadero significado de los ritos y los símbolos, una de las más benéficas influencias que la obra de Guénon ha ejercido sobre esta Orden iniciática de Occidente. A profundizar en ese significado dedica el autor casi enteramente la segunda parte del libro. Lo que nos dice acerca de los ritos iniciáticos, del rito y el símbolo, del rito y el lazo tradicional, de la naturaleza del rito, etc., constituyen sin duda una abertura que permite penetrar en la "substantifique moelle" de la masonería y de la iniciación en general. Tourniac termina estas reflexiones apuntando la posibilidad de un "yoga masónico", es decir de una realización a través del rito y los soportes simbólicos con vistas a la "unión" con el Principio, basándose fundamentalmente en las analogías que existen entre los mudras, yantras y mantrams del hinduísmo, con los gestos rituales, los cuadros de Logia y la vocalización de los nombres divinos y palabras sagradas en la masonería. 

En la tercera y última parte se habla sobre el hombre (Guénon) y el mensaje de su obra, señalando, obviamente que ésta va a contra-corriente de la mentalidad moderna. Se nos presenta a Guénon como un "testimonio del Polo iniciático para nuestro tiempo, y su audiencia no es de la misma naturaleza que aquella otra que se liga al aspecto religioso de la espiritualidad". Francisco Ariza 

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